Si hoy resulta un simpático
perro de compañía, el bulldog francés fue, durante casi todo el siglo pasado,
el perro de los carniceros de los bajos fondos de París, que los adiestraban como perros de combate para cruzar apuestas
en sanguinarios encuentros, afortunadamente hoy terminados. Este perro se ha
convertido en un tranquilo y pacífico animal que disfruta jugando con los
niños.
Franceses e ingleses sostienen teorías completamente contradictorias sobre el
origen de esta raza, afirmando ambos que se trata de una raza autóctona.
Aunque su tamaño no es muy grande, es un perro robusto, de constitución
sólida y fuerte, con una cabeza con hocico corto, ancho, labios gruesos y
mandíbula inferior prominente y curvada. Las orejas son rectas, anchas en
la base y redondeadas en la punta. De nacimiento alto sobre la cabeza, pero no
muy próximas entre sí. El pelo es liso, fino y brillante. Se desplaza con paso
correcto y bastante suelto. La alzada a la cruz no está fijada pero el peso debe
ser de 8 a 14 kg