Es una de las razas italianas más características y conocidas. Su
origen es antiquísimo. Desciende del Mastín del Tíbet que, a través de los
molosos criados por los Griegos, llegó en los tiempos de la magna Grecia a las
costas de la región Campania italiana. Fueron criados con pericia por los
romanos que los empleaban para el combate y como guardianes. La historia de
esta raza sigue los pasos de la del imperio romano. Con su caída casi
desaparecieron, sólo se salvaron pocos ejemplares que se conservaron muy
celosamente. En la posguerra Piero Scanziani recuperó espléndidos ejemplares
que, seleccionados con cuidado y pericia dieron notables resultados. Desde
entonces la raza ha experimentado un auge en Italia y también fuera de sus
fronteras.
La impresión que da
esta raza es la de un perro de gran tamaño, fuerte, vigoroso, muy valiente, de
aspecto tosco pero al mismo tiempo majestuoso. La piel es
abundante, no adherente, formando en la cabeza una serie de pliegues muy
marcados y presentando en el cuello una gran papada.
El color del iris debe ser igual al de la capa, la cual puede ser de color
negro, plomo, gris ceniza o atigrado. La cola, ancha en la base, se corta a 2/3
de su longitud. Las orejas, pequeñas y triangulares son colgantes, pero se
acostumbra a cortarlas cortas.